Comité Canadiense para Combatir los Crímenes Contra la Humanidad
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El amasijo La
columna de John Argerich
(Donde se habla de problemas que plantea recuperar la libertad)
Por : John Argerich El 7 de septiembre había amanecido frío. Un tornillo de 3 bajo cero, decía la TV. Y el bulín de Florencio Garófalo era una heladera. Con ráfagas de viento colándose por las ventanas descangalladas del altillo. Todo ello acompañado por un concierto de tejas sueltas, mientras la tormenta de Santa Rosa se descargaba sobre Buenos Aires.-¡Noche de perros! –dijo el Taita Santolongo.-La verdad, que si… -repuso una voz de mujer, desde el catre desvencijado.-¡Sin
un sope ni pa leña! Quedamos en Pampa y la vía desde que cerró el
frigorífico, che… -¿Ni
pa’ leña? ¡Ni pa’ morfar, decí! -Tampoco
le puedo comprar los remedios a mi vieja, que revienta de presión… -Ni seguir jugando al Prode, justito ahora, que empezábamos a arañarla. ¡No aguanto más, Negro! Tenemos que salir de tanta malaria…-Si no hay laburo, sólo queda hacerse ciruja o pedir limosna.-También podemos afanar.-¡Yo nunca fui chorro!-Entonces, armemos un secuestro express, como dicen ahora.-Eso es mucho más decente, che.Y tras corto diálogo, quedó convenido buscar una víctima. Para salir del paso, nomás. Que a la final, todo iba a arreglarse en el país. Pues, como bien sabemos, Dios es argentino. Los detalles del golpe eran fáciles de planificar, asimilando las enseñanzas que imparte la TV. Primero, hacen falta dos ñatos para cazar el punto en la vía pública. Después tres más, para guardarlo hasta que lleguen los morlacos. Y el número no es capricho, porque uno es un laburante, y debe respetar la jornada de ocho horas. Por fin, alguien que hable por teléfono y cobre con honestidad. O sea una empresa para seis cumpas. Lamentablemente, hoy no es fácil encontrar tanta gente laburadora y seria.-¡Tranquilo,
Garofalito!- dijo Pepe Salvatierra cuando lo consultaron- Esto se arregla
con los muchachos del club. Esa
noche después del partido de bochas hubo muchos cabildeos. Unos no querían
oir hablar de ningún proyecto nuevo, con la cana todavía caliente por lo
que le pasó a un cabo de apellido Suñer. Lo bajaron cuando quiso parar
un camión recién afanado en el puerto, que transitaba por Quilmes sin
contraseña de protección. Otros estaban en libertad condicional y, por las dudas, mejor no ensuciarse. A algunos les
resultaba más entretenido sostener su economía con lo que habían
hecho siempre. Afanar en casas de ricachos que se van de vacaciones, pedir
limosna con un cartelito de ciegos, levantar billeteras en el bondi, o sea
las diversas especialidades del oficio de chorro. Cosas que se aprenden de
chico, y se van transmitiendo como tradición familiar. Pero según dice
el refrán, tanto va el cántaro a la fuente, que a la final encontrás
socio. Y así se formó un grupito decidido a trabajar duro, para ganarse
el pan. -¿Y
ahora, a quién le hacemos la pirula? –dijo el Ratón Sanvicenzo, que
tenía grandes dotes de organizador. -Yo
conozco varios candidatos- repuso el Taita Santolongo. -¡Batí
la justa, che! Entonces
comenzó un cambio de ideas que decidiría la suerte del golpe en ciernes.
Primero, estaba el verdulero de Martín García y Santa Cruz. Pero con él
había un problema serio. Era sordo y sin familia, así que ¡vaya Vd. a
negociar el rescate! Después pensaron en el cura del Cristo Redentor,
idea que de entrada cayó bien. Mas en este mundo es malo entusiasmarse
con las cosas, sin estudiarlas a fondo. ¡Piense Vd. si la Iglesia
contestaba que la mosca debía girarla el Vaticano! Hubiera sido necesario
bancar la joda dos meses y medio por parte baja, y cualquier descuido te
manda a galera. Mejor buscarse otro punto. -¡Ya
sé! – dijo por fin cierto valor del grupo, apodado Buscapiés. Uno que
de puro taimado no había largado nunca su apellido. -¡En
quién pensastes? -¡Habría
que hacerla grande, che! El viernes hay un mitín político en la plaza
Belgrano… -¿No
estarás planeando…? -¡Justito,
pibe! Así
quedó convenido el objetivo. Secuestrarían al orador principal del acto,
para pedir 10.000 pesos de rescate. Una pavadita para el partido, con lo
que afanan los políticos. La cosa era solamente llamar por teléfono y
cobrar. -Y
si votan por nuestros candidatos, yo les prometo volver a ser lo que
fuimos –dijo el líder, dando un golpe de puño contra la mesa- Una
potencia económica con sueldos
tipo Norteamérica, seguro social gratuito, muchos días feriados, jornada
de seis horas, hacerlo pomada al FMI, y recuperar las Malvinas…Todo en
seis meses, a lo sumo. -¡Viva
el doctor! –gritaba, delirante, la multitud. -Este
es el momento –dijo el Taita. Entonces,
desde el otro lado del parque, la barra brava del club empezó a repartir
casotes. -¡Abajo
ese farabuti! –gritaban- ¡Vote por el Partido Conservador! -¡Háganlos
callar! –rugió el doctor. Y
fiel a su líder, la multitud se dió vuelta, para encarar a los
revoltosos. Incluso la custodia, que corrió hacia ellos para darles una
lección. Momentos tensos que fueron aprovechados por Garófalo y su
gente. -¡Acompáñenos,
jefe, que ésto se está poniendo espeso! –dijo uno. -Si
hay peligro, rajemos, che… -repuso el veterano hombre público, en voz
baja, mientras se calaba los anteojos negros. -Suba
al coche, por favor… -¿No
han venido en limousine? -Así
no nos detectan los enemigos de la patria, doctor. -¡Cuánta
profesionalidad! –dijo el parásito. De
tal modo, tras dar muchas vueltas por calles que son todas iguales, el
coche terminó metiéndose en un galpón. -¿Trajeron
el paquete? –preguntó Rosita. -¡Echále
un vistazo! Ella
apartó una cortina, espiando desde la oscuridad. Pero aquello superaba
sus berretines más quiméricos. -¡Pedazo
de bestias!-dijo- ¿Son chicatos, o qué les pasa? No se trajeron un político
cualquiera… ¡Ese coso es el presidente de la Nación…! La
noticia corrió por el mundo como reguero de pólvora. ”Secuestro
presidencial”, decían los diarios serios. ”¿Uno menos?” inqurió
la prensa alternativa. -¡Mamma
mía, qué galleta! –sentenciaron los malandras. -Hay
que celebrarlo, che –repuso Santolongo, siempre optimista- Ahora en vez
de diez mil mangos como habíamos pensado, podemos pedir diez millones.
Pero que sea rápido, porque van a rastrillar toda la provincia, hasta
encontrarnos. -La
verdad, que sí… Entonces
empezaron las llamadas telefónicas. ¡Por suerte ahora hay celulares,
para dificultar la localización! -Lo
tenemos enjaulado al viejo –dijo una voz- Pongan diez millones de mangos
en una bolsa plástica negra y los dejan en Puente Alsina… Después
siguieron las amenazas de siempre. Que si no pagaban , el presidente sería
cortado en pedacitos por especialistas llegados de Panamá. Que lo iban a
encontrar colgando de la Pirámide de Mayo. Que iba a aparecer flotando en
el Riachuelo. Las cosas más horrendas que puede imaginar un coco
alborotado. -Debo
consultarlo –repuso el funcionario de servicio- Llame mañana. Y
los bandidos no se lo hicieron repetir. Era mucho dinero, para olvidar el
compromiso. -Hola,
¿lo pensaron ya? Vea que si no forman rápido, lo hacemos bolsa al carcamán. -Transmitiré
su mensaje a la superioridad. Y
así pasaron los días, hasta que el negociador sugirió que volvieran a
llamar después del 15, como es usual en la administración. Y siempre había
nuevas dilaciones. Que el expediente se traspapeló. Que la gente está
ocupada con la interna,. Que los teléfonos no dan tono para discar. Que
qué se yo. Los secuestradores estaban hartos de excusas,
y como el cautivo era de buen comer, su presupuesto se agotaba. Así
que por fin, decidieron ajustar sus exigencias. -Le
hacemos una rebaja, don… Pero
la comisión directiva del partido ya había estudiado las cosas a fondo, y esta vez su
portavoz supo bien qué contestar. -Los
mangos no son problema, porque el gobierno tiene la máquina de hacer
billetes –dijo- Mas debo informarle que en todo pago es costumbre
descontar el 20% de comisión. -Si,
claro… Pero, ¿cómo arreglamos, entonces? El
funcionario primero carraspeó, y al fin repuso en tono confidencial: -Tengo
una contrapropuesta, que a lo mejor le interesa, che. ¡Le damos el doble,
si ese viejo de mierda no aparece nunca más! Pero hay que arreglar a mucha
gente, así que entonces vamos mitad y mitad.
THE END Copyright:
John Argerich, 2002 La
reproducción total o parcial de este artículo es libre, mencionando la
fuente, con aviso al autor. La serie ”El amasijo” se publica regularmente en dieciocho medios de siete países, y tiene una versión en idioma inglés.
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