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Comité Canadiense para Combatir los Crímenes Contra la Humanidad

 

 

 

 

Sube la estrella

 

El significado de la victoria de Lula para la izquierda

por Frei Betto

 

ALAI-AMLATINA, 17/12/2002, Sao Paulo.-  Lula fue elegido presidente de Brasil con más de 52 millones de votos, lo que parece increíble. ¿Cómo un mecánico tornero, fundador de un partido que en su Carta de Principios defiende el socialismo, llegó al gobierno por el voto popular?

Noten que escribí 'llegó al gobierno' y no al poder. Son instancias distintas. Quien tiene poder no acostumbra ser institucionalmente gobierno, como es el caso del capital financiero. Quien es gobierno no necesariamente tiene poder, como los estados de América Latina, que dependen del flujo de capital externo.

La llegada de Lula al cargo más importante de la República ¿representa a la izquierda en el gobierno? Algunos dicen que no, pues, según ellos, Lula sólo fue elegido gracias al abandono de su discurso ideológico, al maquillaje de los asesores de marketing, al corrimiento político de la izquierda hacia el centro (o hacia la socialdemocracia). Según otros, Lula imitó al camaleón, disfrazando de verdeamarillo su color rojo.  Una vez elegido, cambiaría la paz y el amor por el enfrentamiento con las fuerzas retrógradas del país.

¿Cambiamos nosotros o cambió Lula? , preguntaba Machado de Assis. Cambiamos ambos. Con excepción de los militantes del PSTU y del PCO, ninguna otra instancia de la izquierda brasileña se opuso al candidato Lula. Y no hay duda de que los electores de esos dos pequeños partidos han dado su voto en la segunda vuelta al candidato del PT.

Pero eso significa que el conjunto de la izquierda brasileña, salvo los reductos citados, apoyó o participó en la elección de Lula. En tal sentido, su elección es una victoria de la izquierda. Cuando hablo de la izquierda no me refiero a los militontos rabiosos que hinchan sus bocas con consignas oficiales y lamentan no morir como guerrilleros en la Sierra de la Mantiqueira...  Militontos que no siempre son capaces del sacrificio de dar atención a su propia familia o de hacer autocrítica frente a sus compañeros. No me refiero a aquellos que adoran estereotipos cinematográficos, visten la boina del Che y llaman burgués a quien no piensa como ellos. Hablo de aquellos que Norberto Bobbio considera posicionados en la izquierda: los que miran como una aberración la desigualdad social (pues según el científico italiano, la derecha la ve como fruto del orden natural de las cosas o, según otros, contingencias del mercado).

Tras la caída del muro de Berlín en 1989, es la primera vez que la estrella, símbolo de la izquierda (presente en las banderas de China y de Cuba, y también del PT; y en la boina del Che), hace una curva ascendente. En los últimos trece años la izquierda quedó condenada al purgatorio. Revisó sus errores, hizo autocrítica, trató de rearticularse en nuevos partidos, promovió manifestaciones contrarias al actual modelo de globalización y, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, trató de vislumbrar otro mudo posible. Huérfana de paradigmas, la izquierda, que tanto presumía de su conciencia crítica y de su lógica dialéctica, vio cómo se derrumbaban sus dogmas religiosos: el retorno de los países socialistas al capitalismo quebró la espina, dorsal del materialismo histórico; la física cuántica mandó al espacio el principio del determinismo; la miseria de Corea del

Norte y la apertura de Cuba al turismo, con toda la infraestructura importada de países capitalistas, hicieron que, en la práctica, la teoría fuera otra.

¿Qué significa ser de izquierda hoy? Antes significaba profesar un catálogo de doctrinas basadas en las teorías de Marx y Engels, según las hermenéuticas de Lenin, Trotsky, Stalin o Mao Tse Tung. Terminado el muro de Berlín , presencié, en viajes por países socialistas, algo semejante a un grupo de cardenales que, al morir, descubren que no hay ni Dios ni cielo: Teóricos del Partido se adhirieron a los nuevos tiempos neoliberales y fueron rarísimos los militantes que se escondieron en trincheras para reiniciar la lucha por el socialismo . Y menos aun los que se aliaron con los pobres, las grandes víctimas del desaparecimiento del socialismo real. En resumen, ¿qué diablos de hombre y mujer nuevos eran aquellos que, ante la conmoción del sistema, no llevaban en sí convicciones, valores subjetivos, capaces de mantener encendida la vocación revolucionaria?

Con la caída del muro de Berlín quedó claro que había tres tipos de militantes de izquierda: los adaptados, los ideológicos y los orgánicos. Adaptados eran aquellos que se acomodaron al socialismo con el mismo espíritu oportunista con que se adaptaron después al capitalismo; su negocio era mamar de las tetas del estado. Hacían del partido único el trampolín para alcanzar sus ambiciones personales. Eran izquierdistas fisiológicos, sin ninguna convicción subjetiva de las tesis que defendían de la boca para fuera.

Los ideológicos sabían de corazón toda la cartilla marxista, citaban de memoria una extensa bibliografía, adoraban tener infinitas reuniones, daban cultos a sus jefes en el poder, pero no demostraban amor al pueblo, trataban a sus subalternos con la misma arrogancia con que un burgués lo hace en las obras deGorki, y nunca estrechaban vínculos con los sectores más pobres de la población.

Los orgánicos se mantenían permanentemente sintonizados con el movimiento social, ayudando a fortalecer las organizaciones de la sociedad civil, como fue el caso, en Brasil, de los comunistas que actuaron junto a sindicatos rurales y urbanos y de los cristianos, vinculados a las comunidades eclesiales de base y a las pastorales populares, ayudaron a expandir el movimiento popular. Sólo los orgánicos sobreviven en las izquierdas en los expaíses socialistas; sólo ellos, en Brasil, no se sintieron derrumbados con la desaparición del socialismo e el Este europeo, como si el muro de Berlín hubiese caído sobre sus cabezas.

Lula es fruto del objeto de la izquierda: la clase trabajadora. Recuerdo bien la fundación del PT. Los políticos afiliados a losmpartidos de izquierda se pusieron furiosos ante la petulancia de un obrero que se negaba a ingresar en los partidos que representaban los intereses de las clases trabajadoras, y con un gesto osado, creaba lo que nadie todavía había pensado: un partido de los trabajadores. Vi a un dirigente comunista, renombrado intelectual, tirarse del pelo, indignado, como si dijera: ¿Por qué un proletario anhela ser vanguardia del proletariado? ¿Será que no conoce la historia? ¿No sabe que los partidos de la vanguardia del proletariado casi siempre fueron dirigidos por intelectuales (Lenin, Stalin, Mao, Fidel...)?

Enfocar a Lula desde la óptica ideológica, antes de fijarse en suextracción social, es invertir los términos de la ecuación política. Sin embargo Lula no es resultado de sí mismo, sino de un movimiento social construido a lo largo de 40 años (1962- 2002), en el que las teorías de Marx tuvieron menos importancia que la pedagogía de Paulo Freire. Lula es fruto de las CEBs y de la Teología de la Liberación; de la izquierda que enfrentó a la dictadura y de las oposiciones sindicales; de la CUT y del MST; del agravamiento de la crisis social brasileña y de la actual globocolonización. Lula es lo que queda de la izquierda orgánica después de la caída del muro de Berlín. Ahora sube la estrella.

 

(Traducción de José Luis Burguet)

 

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