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Fw: MORIR DE HAMBRE EN ARGENTINA
Date: Wed, 4 Dec 2002 12:28:57 -0300

From: LAMGEN 
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Sent: Wednesday, December 04, 2002 9:56 AM
Subject: MORIR DE HAMBRE EN ARGENTINA

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From: Antonio Marin Segovia 

MORIR DE HAMBRE

Andrés Perelló 

Portavoz adjunto del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas


Publicado en la Sección OPINIÓN – LAS PROVINCIAS, 27 de noviembre de 2002

Varios niños han muerto por desnutrición en Argentina. Las imágenes han dado la vuelta al mundo. Los medios de comunicación han hablado de la sensibilización que ha producido el impacto. Las imágenes son, desde luego, impactantes. Pero, ¿más o menos que otras iguales a las que, al parecer, ya nos hemos acostumbrado? Sencillamente distintas. Para empezar, los niños eran blancos. Su país, dicen, es el segundo productor y primer exportador de alimentos del mundo. Seguramente por eso desde el primer momento se dice han perdido la vida por desnutrición, que es muy diferente, al parecer, a morir de hambre.


De hambre se muere en África principalmente y en algunos países del Tercer Mundo. Eso es más normal. Nacer allí tiene esas cosas. Lo que realmente ha sido impactante no es que unos niños mueran de hambre en el mundo, sino que sean blancos y mueran en Argentina. Eso es una paradoja perversa, que no impacta solo por los muertos, sino porque además de evidenciar que nos han acostumbrado a admitir como lógico que en otros lugares del mundo se pueda morir de hambre como algo natural, lleva necesariamente a otras conclusiones o, mejor, debería llevar si no fuera por la dormidera infligida a las sociedades avanzadas por quienes tienen el poder del dinero y la información. Entre otras, la conclusión es que en Argentina y en otros países avanzados se puede morir de hambre: porque lo producido en el país se ha dirigido solo al beneficio de quienes detentan los canales de distribución, porque el mercado carece de mecanismos de corrección que impidan la acumulación de la riqueza en unas pocas manos, porque el sistema financiero carece de controles que eviten la especulación, porque los bancos y grandes multinacionales pueden instalarse en un país como Argentina y esquilmarlo impunemente, desde luego con la colaboración necesaria de una casta de políticos corruptos. Algunas empresas y bancos españoles que ahora callan, y cuyos directivos se enfrentan al grave problema de cómo invertir o evadir beneficios mediante las stock opcions, podrían ilustrarnos ampliamente sobre la causa de la muerte por hambre de cientos, de miles de niños. En cualquier caso, ello es el fruto de esa "lógica neoliberal", que se globaliza bajo el falso lema: "el que más pueda para él, que triunfen los mejores"; ha incrementado las desigualdades en Europa y en el mundo y ha vuelto hacia el individualismo insolidario a la sociedad. En estas condiciones morir de hambre no es tan ilógico por más que pueda impactar, y por más que creamos que no puede pasarnos nunca a nosotros. Eso mismo creían algunos que en Argentina se creían clase media, y ahora reclaman que les devuelvan el corralito.


Por eso, lo realmente impactante es que hayamos construido unas sociedades que, lejos de levantarse contra la injusticia con toda su fuerza, prefieren hacer zapping ante lo molesto que es comer o cenar con un noticiario lleno de niños famélicos, pueblos sitiados o embargados, suicidas que estallan en venganza, muertos en las pateras...


Lo realmente impactante es elegir como gobernantes a mediocres o canallas. Porque lo que realmente nos conmueve cuando vemos la televisión y nos ponemos sensibles no es más que el efecto de las políticas que aplican algunos de los gobernantes que, para mayor gloria, elegimos en democracia . Seguramente por eso los brasileños han decidido dejar de ser cómplices de su propia desdicha y, quizás sin proponérselo, hayan dejado de ser cómplices de las desdichas de sus vecinos. Parece simple elegir un presidente que dice tan solo conformarse con que al final de su legislatura todos los brasileños puedan comer tres veces al día. ¡En pleno siglo XXI! Pero es toda una decisión revolucionaria.


Lástima que en Estados Unidos, tan avanzados, tan poderosos, no sean capaces de unir sus conciencias para dejar de ser cómplices de la desdicha que se le avecina al mundo si siguen produciendo, y avalando con su voto un creciente número de idiotas dispuestos a gobernar el planeta. Deberíamos conseguir ser capaces, como individuos y como sociedad, de no admitir que gobiernos llamados demócratas consigan pervertir la democracia de sus pueblos o impedírsela a otros pueblos del planeta, tan solo por tener más poder que ellos. De momento, sería suficiente con que la ONU fuera capaz de reclamar el estricto cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos a todos los gobiernos del mundo, y de conseguir que la apliquen escrupulosamente. Será toda una revolución. Si además consigue exigir que todos los países cumplan por igual sus resoluciones, o reciban el mismo castigo en caso de incumplimiento, podría hasta recuperar el crédito perdido y poner en su sitio a las potencias que abusan con arrogancia de su poder. Incluso, si consigue estos dos retos, puede que logre evitar que sea distinto en el mundo morir de hambre o perder la vida por desnutrición. Lo de despertar la sociedad lo seguiremos intentando otros, sería pedirle demasiado a las Naciones Unidas.


Gentileza de Antonio Marín Segovia - Cercle Obert de Benicalap - Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro

marin_antseg@gva.es




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