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Comité Canadiense para Combatir los Crímenes Contra la Humanidad

 

 

 

 

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From: Cristina Castello

To: Dr. Eduardo Mondino ; Dr. Julio S. Nazareno, ; Ministerio del Interior ; Ministerio Justicia y Derechos Humanos ; Presidencia ; Presidencia ; Presidencia Nación ; Diputados ; Juan Carlos Maqueda

Cc: Naciones Unidas ; FIDH ; + Parlamento Europeo

Sent: Friday, December 20, 2002 3:43 AM

Subject: Gobernar o ASESINAR

 

Señores,

si en algún lugar remoto

de vuestra geografía

les queda algo de conciencia y dignidad,

lean y actúen

como

seres

humanos.

Pero actúen ya mismo.

No sigan cargando con responsabilidad por muertes

y por sueños abortados.

Y sobre todo, no sigan asesinando vidas

ni sueños.

Con el espanto por el horror que la mayoría de ustedes

- no todos- produce,

los saludo en fraternidad con los seres humanos que

ustedes sacrifican.

 

Cristina Castello

Periodista

 

PERIODISMO SIN MÁSCARA ®

Periodismo y Poesía

www.cristinacastello.com

 

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Hacia una nueva visión de la política social en América Latina

Desmontando mitos

 

Por Bernardo Kliksberg (*)

 

 

El New York Times llama la alarma en reciente nota especial de primera página sobre la delicada situación de América Latina (Foro, 13/07/02). Señala que hay un descontento generalizado, que los "sueños económicos se han transformado en despidos y recesión". Resalta que "millones están haciendo sentir sus voces... contra el experimento económico de la última década... Muchos creen que las reformas han enriquecido a funcionarios corruptos y a multinacionales de rostro desconocido y han fallado en mejorar sus vidas".

La protesta social en crecimiento en América Latina tiene bases muy concretas. La pobreza tiene una alta presencia en toda la región con muy pocas excepciones. En Centroamérica son pobres el 75% de los guatemaltecos, el 73% de los hondureños, el 68% de los nicaragüenses y el 55% de los salvadoreños. Es pobre el 54% de la población peruana, más del 60% de la ecuatoriana, el 63% de la boliviana y se estima que más del 70% de la venezolana. En México es no menor al 40%. En Argentina, ya más de la mitad del país (53%) es pobre y la calidad de la pobreza se ha deteriorado fuertemente. Los pobres extremos representan una proporción creciente de la pobreza total. Las cifras para los jóvenes son aún mucho peores (66,6%).

¿Cómo atacar problemas tan graves? 

La política social aparece como un instrumento central para enfrentarlos. Si los países de la región contaran con políticas sociales integrales, cohesionadas, descentralizadas, cogestionadas con la sociedad civil, participativas, transparentes, con altos standards de gerencia social, podrían transformarse en medios efectivos de movilización productiva, devolución de dignidad, e integración social. 

Sin embargo, ese camino está dificultado, entre otros planos, por diversos mitos.

 

PRIMER MITO: LA SUPERFLUIDAD DE LA POLÍTICA SOCIAL.

 

Un aura de ilegitimidad suele rodear la política social en la región. Sectores influyentes suelen presentar expresa o implícitamente la visión de que es una especie de "concesión forzosa" a la política. El mensaje transmitido es que los esfuerzos deberían concentrarse en el único camino real que sería el crecimiento económico.

Los hechos indican que es un grave error considerar casi superflua a la política social. En primer lugar, la supuesta concesión política no es tal. Hace a la esencia misma del funcionamiento de una democracia. La acción contra la pobreza es el primer reclamo según las encuestas de la ciudadanía latinoamericana que es, en una democracia, la real depositaria del poder.

Por otra parte, las experiencias mundiales han demostrado que la política social es fundamental para un desarrollo sostenible. El crecimiento económico es imprescindible y deben ponerse en él los máximos esfuerzos posibles, pero los hechos indican que solo no resuelve el problema de la pobreza. Uno de los mitos que han quedado en el camino es el del "derrame". El supuesto de la visión económica convencional es que producido el crecimiento se irá derramando hacia los desfavorecidos y los sacará de la pobreza. Las realidades han ido en otra dirección. Si una sociedad es muy desigual, como la latinoamericana, y sus políticas sociales débiles, aún logrando crecimiento, el mismo casi no permea a los sectores pobres.

 

SEGUNDO MITO: LA POLÍTICA SOCIAL ES UN GASTO.

 

La terminología está totalmente difundida. Cuando se habla de lo social se habla de un "gasto". 

¿Es realmente un gasto?

La Organización Mundial de la Salud convocó a una Comisión de prominentes economistas y especialistas a analizar las relaciones entre salud y economía. El informe producido "Macroeconomía y salud" demuestra que asignar recursos para la salud, no es gastar sino invertir a altísimos niveles de retorno sobre la inversión. La Comisión indica que el mito dice que el crecimiento económico de por si mejorará los niveles de salud. Los esfuerzos deberían, por ende, concentrase en el mismo. El análisis de las economías más exitosas de los últimos 100 años verifica que los hechos funcionaron a la inversa. Grandes mejoras en la salud pública y la nutrición estuvieron detrás de impresionantes despegues económicos como el del Sur de EEUU y el rápido crecimiento de Japón a inicios del siglo XX y el progreso del sudeste asiático en 1950 y 1960. Las historias de éxito económico recientes, como Hong Kong, Mauritania, Malasia, Singapur y Taiwán, tienen algo en común: han invertido fuertemente en salud pública, y su producto bruto creció al descender la mortalidad infantil y aumentar la esperanza de vida. Los buenos niveles de salud pública no son por tanto una consecuencia sino un prerrequisito para que una economía pueda crecer.

Múltiples análisis indican que la misma situación se observa en otra expresión básica del llamado gasto social, la educación.

 

TERCER MITO: ES POSIBLE PRESCINDIR DEL ESTADO.

 

A las características de superfluas, y mero gasto, con que se tiende a asociar a la política social, se les suma con frecuencia una tercera: sería casi por naturaleza altamente ineficiente. Con ello se cierra un círculo que crea las condiciones para pensar como única alternativa en reemplazar las políticas sociales publicas, por el mercado. En América Latina al plantear como punto de partida, la inutilidad del Estado, ello ha generado medidas que debilitaron fuertemente sus capacidades institucionales, desarticularon organismos claves, propiciaron casi agresivamente el retiro del sector público de los más capaces, desjerarquizaron la función publica en el campo social como en otras áreas.

Sin embargo, las exigencias de la realidad han ido por otro camino. El Nóbel, Stiglitz (2002) dice: "Yo había estudiado las fallas tanto del mercado como del Estado y no era tan ingenuo como para fantasear que el Estado podía resolver todas las fallas del mercado, ni tan bobo como para creer que los mercados resolvían por si mismos todos los problemas sociales. La desigualdad, el paro, la contaminación, en esos el Estado debía asumir un rol importante".. En la región más desigual del planeta, y con altos niveles de desocupación, el rol social de la política pública es estratégico. Así, enfrentar las desigualdades significa poner en marcha activa y bien gerenciadas políticas públicas que conviertan en hechos los lemas consensuales en la región: educación para todos, salud para todos, trabajo, a los que se pueden agregar hoy otros como: democratización del crédito, impulso a las pequeñas y medianas empresas y acceso universalizado a la informática y la internet.

¿Son posibles? 

Un prominente pensador gerencial, Henry Mintzberg señala en el Harvard Business Review, que la idea de que el mejor gobierno es el no gobierno ironiza "es el gran experimento de economistas que nunca han tenido que gerenciar nada".

 

CUARTO MITO: EL APORTE DE LA SOCIEDAD CIVIL ES MARGINAL.

 

Así como se descalifica a la política social pública, el razonamiento circulante tiende a relativizar las posibilidades de aporte a la acción social de la sociedad civil. Transmite el mensaje de que dicho aporte. No resuelve ningún problema relevante, y por ende, no merecería un apoyo especial.

Una visión, de cada vez más peso, la de capital social, pone en descubierto la regresividad de este mito. El capital social pone en el foco del desarrollo factores como la confianza interpersonal, la capacidad de asociatividad, la conciencia cívica y los valores éticos. Las mediciones indican que tienen un peso directo en los desempeños macroeconómicos, productivos, políticos y sociales de los países. Entre otras expresiones del capital social se hallan el voluntariado, y la responsabilidad social de la empresa privada.

El voluntariado constituye actualmente, según las estadísticas la séptima economía del mundo en producto bruto. En diversos países desarrollados genera más del 5% del PIB, en bienes y servicios principalmente sociales. En países como Noruega, Suecia, Holanda, Israel, Canadá, EEUU y otros, una gigantesca red de organizaciones basadas en trabajo voluntario prestan una gama extensísima de servicios para los sectores más débiles de la población como los sin techo, los niños, la familia, los inmigrantes, los discapacitados, y las edades mayores. La responsabilidad social empresarial es otra fuerza potencial relevante.

 

QUINTO MITO: LA DESCALIFICACIÓN DE LOS POBRES

 

El Banco Mundial realizó una encuesta en gran escala a los pobres del mundo, 40.000 pobres de 50 países, entre ellos varios de América Latina, fueron indagados sobre sus percepciones de la pobreza. Explicaron que la pobreza no es sólo carencia de recursos básicos. Enfatizaron que sobre todo es atentoria contra su dignidad como seres humanos. Una de sus vivencias centrales es la "mirada desvalorizante" que converge sobre ellos desde diferentes sectores de la sociedad.

Al ser interrogados sobre en que organizaciones confiaban, colocaron en primer lugar de su escala a las organizaciones de los mismos pobres. Uno de los elementos fundantes de ello es que allí los pobres realmente participan y recuperan su confianza en sí mismos y en su comunidad. Las recomendaciones de los investigadores son superar los moldes tradicionales de la política social e invertir en fortalecer las capacidades de organización de los pobres, mediante capacitación de sus líderes, infraestructuras para actividades societarias, desregulación jurídica y otros medios.

Frente al mito que desvaloriza a los pobres y se autocumple al profundizar a través de ello su exclusión, surge la posibilidad de una política activa de empoderamiento de sus comunidades y organizaciones por el mito.

 

LA ETICA DE LA URGENCIA

 

Urge en América Latina recuperar a plenitud la política social para dar la lucha contra los agudos niveles de pobreza que agobian a gran parte de la población, en un continente pletórico en riquezas potenciales.

Para ello será necesario superar mitos como los reseñados, y otros semejantes, muy vinculados a una visión cerradamente economicista y reduccionista del desarrollo de pocos resultados y que ha conducido a serios errores en diversos casos.

Esa visión está en activo cuestionamiento actualmente a nivel internacional. Desde el paradigma de desarrollo humano de las Naciones Unidas, el ajuste con rostro humano de la UNICEF, las criticas desde diversos sectores al Consenso de Washington, hasta la concepción del desarrollo como crecimiento de la libertad de Amartya Sen, múltiples aproximaciones expresan la necesidad de articular un desarrollo integral con equidad.

Todas ellas dan un lugar estratégico a una política social activa y jerarquizada.

Frente a sus detractores, la necesidad de una política social vigorosa puede exhibir junto a su carácter clave para un desarrollo sostenible, una legitimidad ética fundante. Ya los textos bíblicos, pilar de nuestra civilización no sólo indican que la pobreza es un agravio a la dignidad del ser humano, creación de la divinidad, y que las grandes desigualdades

atentan contra la moral básica, sino que además prescriben normas detalladas de política social. El Antiguo Testamento contiene, desde un sistema fiscal completo, para financiar la ayuda a los más débiles, el diezmo, regulaciones de la propiedad, protecciones al trabajador, orientaciones para la ayuda al otro, preceptos para asegurar se respete la dignidad de los pobres y multitud de normas semejantes. La voz de los Profetas se levanta en la Biblia para exigir "No habrá pobres entre vosotros", (Deuteronomio, 15:4). No es una voz de oráculo, sino de exigencia moral. Está señalando depende de Uds., de la comunidad organizada y de cada persona, eliminar la pobreza. Similar es el llamado del Nuevo Testamento.

Construir un modelo de desarrollo integral, productivo y equitativo, orientado por los valores éticos básicos, movilizar como uno de sus ejes una política social de nuevo cuño basada en alianzas entre políticas públicas, sociedad civil, y organizaciones de los desfavorecidos, instrumentada de modo descentralizado, transparente, y bien gerenciada, plantear la superación de la pobreza y la inequidad como prioridades fundamentales parece ser el gran desafío que tiene por delante este continente.

Hay por otra parte otra consideración ética que debería acompañarnos, no se puede esperar más. Hay una "ética de la urgencia" a aplicar. Muchos de los daños que causa la pobreza son irreversibles. Día a día, hay víctimas irrecuperables, madres que perecen al dar a luz, niños desnutridos cuyas capacidades neuronales son dañadas para siempre por el hambre, jóvenes sin oportunidades al borde del delito, familias destruidas por la pobreza. El campo social no admite postergaciones como otros. Como lo ha marcado el Papa Juan Pablo II (1999): "el problema de la pobreza es algo urgente que no puede dejarse para mañana".

América Latina puede avanzar por esa vía u otra muy riesgosa, pero que también se insinúa en el horizonte. Es el último mito que este trabajo quiere poner a foco. Hay sectores de nuestras sociedades que están empezando a perder sensibilidad frente a los males de la pobreza. Se están acostumbrando sin rebelión alguna al espectáculo de los niños viviendo en las calles, los ancianos abandonados, los jóvenes sin salida, a ver todo ello como una especie de hecho de la naturaleza, "como si lloviera". Están perdiendo la capacidad de indignación ante la injusticia, uno de los dones centrales del ser humano. Recuperar esa capacidad será la base para dar la lucha por un desarrollo que incluya a todos.

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(*) Coordinador General de la Iniciativa Interamericana de Capital social, ética y desarrollo del BID. Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires. Autor de numerosas obras de extendida difusión internacional. Termina de aparecer su nueva obra: Hacia una Economía con rostro humano (Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002)

 

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